30 AÑOS DE STREET FIGHTER
30 AÑOS DE STREET FIGHTER
Parece mentira, pero ya han pasado 30 años (toda una vida)
desde que hicimos nuestro primer Ha-Do-Ken en la máquina recreativa del bar de
la esquina. 30 años dando palos (digitales) y cogiéndole cariño a unos
personajes que ya son parte de nuestras vidas y nuestra cultura popular. Y es
que si en algo se ha convertido Street Fighter es precisamente en un legado, en
una institución dentro del mundillo de los videojuegos, difícil de superar y
con una historia a sus espaldas que no ha hecho más que acrecentarse con el
paso de los años y las décadas y no deja de reinventarse una y otra vez para
seguir atrayendo adeptos a sus filas. Resulta difícil entender la evolución de
los videojuegos de lucha (y yo diría que de los videojuegos en general por
extensión) sin tener en mente a Street Fighter y sus múltiples encarnaciones.
Hoy recordamos sus mejores juegos y trataremos de establecer las claves que han
convertido a esta saga en mítica, y de igual modo intentaremos entender qué
hace que aún hoy, 30 años después de jugar con Ryu por primera vez, sigamos
disfrutando como lo hacemos lanzando bolas de energía y haciendo el puñetazo
del dragón una, y otra, y otra vez. Sin descanso. Con disfrute. Con energía.
Como solamente se jugaba antes, en otros tiempos ya cada vez más lejanos.
Iniciamos la saga con el Street Fighter original (1987), una
arriesgada apuesta de Capcom, que jamás llegaron a pensar que acabaría
convirtiéndose en el referente de los juegos de lucha (ya sean 2D o 3D), ni
mucho menos teniendo en cuenta el (relativo)y modesto éxito que supuso la
primera aparición de Ryu y Ken, éste último aún sin nombre ni entidad propia,
era simplemente el personaje que controlaba el jugador 2 al enfrentarse uno
contra otro cara a cara con Ryu. Y es que, lejos de lo que mucha gente podría
pensar, el resultado comercial del primer mueble arcade de Street Fighter se
quedó bastante lejos de lo que cabría esperar de una franquicia hoy en día tan
intocable y respetada. Tampoco fue un fracaso, pero desde luego nada del otro
mundo ni mucho menos como para plantearse una segunda parte.
Es por esto que,
sorprendiendo a propios y ajenos, en 1991 (se tomaron su tiempo y esta vez
hicieron bien las tareas) vió la luz Street Fighter II, de lejos la mejor
entrega de la serie y a la vez la más recordada. Un juego tan mítico, tan
genial, único y enorme, que hicieron falta hasta cinco revisiones y pseudo
secuelas hasta que en Capcom se atrevieron a proseguir con la numeración de las
entregas de la saga con Street Fighter III. Es en esta segunda parte sin
embargo donde el gigante de Capcom sentó definitivamente las bases de lo que
vendría posteriormente y con lo que logró hacerse su hueco en el Olimpo de las
Leyendas del videojuego. Y es que todo estaba perfectamente calculado y era
perfecto en Street Fighter II: hasta 8 personajes seleccionables con su propia
historia de fondo, sus motivaciones, sus odios y rencillas, sus habilidades
bien diferenciadas y un carisma enorme que no se ha vuelto a repetir en ninguno
de los restantes personajes que con el paso de los años han ido engrosando las
filas de secundarios y protagonistas de la saga. Solamente superado por su
versión Turbo en la que los cuatro jefes finales se unían a la fiesta como
personajes jugables, Street Fighter II es toda una Biblia o un decálogo de cómo
deben hacerse los juegos de lucha. En alguna ocasión he dicho que jugar a
Street Fighter II es algo semejante a las Matemáticas, y aquí y ahora quiero
aprovechar para volver a explicarlo y reivindicar mi idea: no se trata solo de
dar golpes, todo está equilibrado y estructurado de forma que la jugabilidad
resulta sencillamente perfecta, cada salto, cada llave, cada golpe en el
momento oportuno, hace que la sensación que experimenta el jugador al ponerse a
los mandos de este juego provoque un estado de felicidad extrañamente
descriptible y aún más entendible. Simplemente sucede. Todo es perfecto, todo
encaja y todo fluye por sí mismo. Solamente un jugador experimentado en Street
Fighter entenderá de qué estoy hablando ahora mismo.
Como decíamos, tras las veinticinco mil versiones y
variantes de Street Fighter II (algunas de ellas absolutamente delirantes),
vendría en 1997 la tercera entrega, Street Fighter III, que como suele suceder
en estos casos y como era de prever, no alcanzó ni remotamente las cotas de
éxito de su predecesor. Hicieron falta dos revisiones más para que una secuela
algo floja como es Street Fighter encontrara su forma definitiva y más
competitiva en Street Fighter III 3rd Strike (dicen que a la tercera va la
vencida), con Chun Li como personaje principal junto a los eternos Ryu y Ken,
imprescindibles en toda entrega de la saga, y un elenco de secundarios más raro
que un perro verde, para ser francos. Y por ser políticamente correctos.
Sencillamente, algunos de estos personajes no pegan ni con cola con la
imaginería y el diseño de los personajes originales de la entrega que definió
las bases y sentó el estándar, Street Fighter II. Mitad experimento, mitad
rareza con destellos de genialidad en ocasiones muy contadas (el sistema de
parry o contraataques y bloqueos es de lo más notable de esta tercera
iteración), lo cierto es que Street Fighter sirvió de puerta a intentos
posteriores como la saga en paralelo de Street Fighter Alpha, situada
cronológicamente de manera supuesta antes de la saga principal, a tenor del
aspecto más juvenil que lucen los personajes principales y por detalles del
guión más o menos discutibles. Si bien experimentos paralelos como los cruces o
crossovers de Marvel VS Capcom o Capcom VS SNK resultan divertidos y hasta
cierto punto disfrutables, lo cierto es que de vuelta a la saga central nos
encontramos con que Street Fighter II, más de 25 años después, sigue siendo la
mejor entrega de la saga con diferencia.
Al margen quedarían los muy
recomendables y técnicamente muy superiores Street Fighter IV (2008) y Street
Fighter V (2016), superiores como decimos en cuanto a la tecnología sobre la
que se apoyan, y es que sería injusto comparar entre sí las diferentes entregas
y además no tendría demasiado sentido, no se puede comparar la potencia
tecnológica en la que han sido programadas estas dos últimas entregas con las
placas originales que dieron como resultado las tres primeras. Evidentemente lo
mínimo que se le debe pedir a un juego de la era moderna es que la factura
técnica sea brillante, si no, apaga y vámonos.
Sin embargo, el espíritu de la saga está presente de manera
muy especial en las tres primeras entregas numeradas, y prueba de ello es que
en la recopilación de juegos que ahora ve la luz para celebrar el 30
aniversario de Street Fighter solo se han incluido los tres primeros títulos
(con sus respectivas ampliaciones y versiones) junto a las tres entregas de la
saga Street Fighter Alpha, que siguen formando parte del legado más o menos
canónico de la franquicia. Street Fighter IV y V se han quedado fuera de la
recopilación, de momento, porque sospecho que no tardarán en sacar una
ampliación y una caja especial de coleccionista con más discos y más juegos. De
todas formas, hay donde elegir. La sombra de Street Fighter es alargada.
Para terminar, deciros que dentro de otros 20 años
seguiremos aquí y estaremos celebrando el 50 aniversario de Street Fighter. No
os quepa duda. La saga es inmortal. Ojalá lo fuéramos también nosotros…
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